lunes, 30 de septiembre de 2013

El Juez ha perdido los papeles (3/3)

Hola a todos, después de un siglo sin publicar (ya sabéis, en vacaciones uno intenta desconectar del trabajo y todo lo que tenga que ver con él), aquí me tenéis para contaros el desenlace de mi periplo en Marb... en una preciosa ciudad costera (oops).

¿Dónde lo dejamos? ah ya... pues resulta que iba a celebrarse un nuevo juicio, ya que declararon la nulidad del primero, y ahí estaba yo, un caluroso miércoles de julio de camino a la costa, con la esperanza de zanjar de una vez por todas la contienda, esperando que se inclinara a mi favor. Nada más llegar a mi destino los clientes, con los nervios a flor de piel, me esperaban en la cafetería que había enfrente del Juzgado. Apenas nos dio tiempo a tomar un café cuando ya dieron las 1 y pico de la tarde, el juicio era a y media.


No tardaron en llamarnos para entrar en sala y al poco dio comienzo el esperado Juicio, podía ver desde mi asiento cómo los clientes empezaban a morderse las uñas sin parar. Cada letrado empezamos con nuestra exposición de los hechos y aportación de pruebas (esta vez sí, haciendo especial hincapié en los famosos justificantes de renta), tras lo cual el letrado contrario vuelve a soltar su retahíla de que si el contrato es fraudulento, bla bla bla...

Después de unos 5 minutos que se me hicieron eternos, el juez nos plantea a ambas partes que salgan a declarar mis clientes, ya que al parecer tenía algunas dudas sobre el pleito, las cuales a su parecer lograría despejar si los escuchaba. Por ello instó a la letrada contraria a que pidiera su interrogatorio, ya que la Ley dicta que las partes sólo pueden ser oídas en Juicio si el letrado contrario así lo desea (curioso, ¿verdad?, así es nuestra legislación), y después de pensarlo varias veces, como no podía ser de otro modo rechazó su declaración.

A la vista de ello, el Juez comenzó a analizar una por una las pruebas que yo había presentado, a lo que me preguntaba de vez en cuando para despejar algunas dudas, con el letrado contrario de fondo indignado y quejándose de lo que, a su parecer, era una irregularidad "manifiesta" (yo no iba a quejarme como es lógico). A todo esto nos interrumpe mi clienta en lo que parecía un amago de desmayo, la pobre estaba que no podía más de los nervios, y entonces fue cuando el Juez sacó su lado más humano y le dijo en un tono tranquilizador le dijo: "No se preocupe señora ya que voy a darles la razón, pueden ustedes continuar viviendo en su casa".

Así es, en lo que se nos postraba como una salida del guión de lo más inesperado, adelantándose a lo que sería la Sentencia que nos llegaría por escrito un mes después confirmando sus palabras, el Juez se sintió obligado moralmente a anticipar su decisión en pro de que durante la larga espera, a mis clientes no les diera un infarto. Y así fue cómo tras oír tales palabras que sonaban a música los clientes se levantaron a abrazarme, una vez el Juez dio por concluida la vista, no sin antes darme personalmente la enhorabuena, por, palabras textuales: "haber luchado hasta el final". Creo que nunca me había sentido tan orgulloso en mi corta carrera como en aquel momento.

Tras tanta epicidad y todos exultantes, procurador incluido, salimos de los Juzgados a tomarnos un par de cervezas para celebrarlo, para después dar por concluida la provechosa jornada de trabajo en el restaurante a pie de playa más famoso de toda Marb... de aquella bonita ciudad costera.


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